Camaleón en la sombra de un jarrón

Existe melancolía y nostalgia, por esta razón buscamos un rincón donde no podamos ser vistos. De eso hablo en un poema que escribí hace ya tanto tiempo, esperando convertirse en esta obra.

Hablo de imágenes que nos transforman en camaleones que ocultos detrás de otro camaleón. Esos rostros que esconden nuestra esencia, disfraces de timidez, o de personajes extrovertidos, desde ahí nos observamos, en un jarrón que respira aunque ya no tenga flores que albergar, el prisma que titulé «el comienzo» tiene la mirada perdida en un mundo quizá un poco desolado, pero con la tranquilidad del misterio que puede encerrarse en un cuadro. Al fin de cuentas, todas son ideas que nacen y mueren, imágenes que parecen interesantes por ese misterio que me hace pensar de donde emanaron esas imágenes.

Ahora sólo me queda hacer la pregunta  «¿por qué es que me han buscado esos personajes para describirlos en un poema y reforzarlos en un lienzo?».

Y sin respuesta alguna, tan solo podemos hacer lo que queramos con el deleite de los colores sin defender ninguna idea, simplemente el dejar avanzar una obra hasta que finalmente se convierta en un recuerdo tangible mas y en una justificación  de cada presente.

O como dijo  alguna vez Jorge Luis Borges. (Retomando un fragmento de sus sabias palabras) «He escrito varios libros, buenos o malos, pero que justifican el momento en que se escribieron”

De la misma forma esta obra  como todas las otras y esos versos escritos en la estación de ferrocarril en una madrugada en Polonia, o en el metro de alguna metrópolis. También esos escritos en la soledad de una montaña o en la Plaza de San Marcos, o en la azotea de esa casa, todo ello justificó un momento así como las acciones que de forma fiel hicieron sentir a otra persona.

Y aquí yace la poesía que precede a esa obra, publicada en la antología poética «Entre el crepúsculo y el Alba» Aquí esta mi poema, que me sirvió para preservar en mi cabeza durante 4 años esta obra, para luego ser pintada.